La transformación en mi forma de pensar ha sido lenta, pero con el pasar de los años he ido dejando atrás la percepción de batalla para, cada vez más, vivir en la convicción de victoria. No podría ser de otra forma después de haber experimentado en mi propia vida que el cielo realmente está implicado en la expansión del reino de Dios.

La historia que os voy a compartir siempre me produce ternura al recordarla. Algo dentro de mí disfruta escuchando este tipo de historias, aunque ya las haya escuchado muchas veces antes. Con cada relato, intento conectarme con esa sensación tan placentera de saber que mi Padre tiene un gran equipo y recursos inagotables para que su plan se lleve a cabo. Os invito a hacer lo mismo.

Una amiga me comentó que había conocido a una pareja que se había portado tan bien con ella que llegó a pensar que eran ángeles en vez de personas. Su comentario me hizo gracia. Nunca antes se me había ocurrido pensar que alguien de mi entorno podía tener un encuentro con ángeles.

Un tiempo después, en uno de los episodios de Sid Rod (It’s Supernatural!), escuché a uno de sus invitados contar cómo había tenido un encuentro con un ángel en una gasolinera en Israel, y sobre todo cómo su espíritu había reconocido que se trataba de un ángel aunque su apariencia era perfectamente humana. Esta entrevista me impactó. 

 ¿Sería yo también capaz de reconocer la presencia de un ángel disfrazado de humano?

Cuando los ángeles se visten de carne, y se ponen ropa contemporánea,  pueden pasar inadvertidos, a no ser que hagan algo imposible de hacer para un ser humano como volar sentados en el ala de un avión (esa es otra historia deliciosa que me contó un amigo). Ni siquiera en sueños es tan fácil reconocerlos. En las ilustraciones del sueño de Jacob, los ángeles van vestidos con túnicas y rodeados por halos de luz que enseguida delatan su identidad, pero yo no tengo tan claro que Jacob fuera consciente de que estaba en presencia de ángeles mientras dormía. Puedes leer más sobre este sueño en el artículo Ángeles en tus sueños.

Muchas veces no reconocemos cosas porque en nuestra mente no existe el marco de referencia para “verlas”. Si te has dedicado a la construcción, al entrar a una casa puedes fácilmente reconocer la calidad de los materiales y el trabajo que hay detrás de cada detalle, como la posición de los interruptores y ese tipo de cosas. Una persona como yo entra en una casa y no percibe ese tipo de información.

En el mundo espiritual pasa algo parecido: no reconocemos muchas cosas porque no hemos entrenado nuestros ojos o porque nunca se nos ha ocurrido fijarnos en eso. Los ángeles están más presentes en nuestras vidas de lo que hemos imaginado. Quizás no los hemos visto antes porque en nuestra imaginación, esa parte creativa de la mente, no había entrado la posibilidad de verlos. 

El comentario de mi amiga y la entrevista que escuché abrieron en mi mente la posibilidad de que Doris, la misteriosa anciana de piel tersa y ojos verdes que nadie en la congregación había visto antes, fuera un ángel. 

Entiendo que mi experiencia es totalmente subjetiva y no demuestra nada. Pero si alguna vez os encontráis con alguien de ojos verdes (parece que este suele ser el color de ojos de los ángeles y Doris los tenía) y mientras habláis con esa persona sentís que flotáis y que en vuestro espíritu lo que dice resuena dentro de vosotros, es posible que se trate de un ángel. 

Pues a sus ángeles mandará cerca de ti para que te guarden en todos tus caminos. (Sal 91:11)