
Escuchar la voz de DIOS requiere tiempo.
Por una parte, necesitamos tiempo para aprender a reconocer Su voz, y por otra, cuando ya la sabemos reconocer, seguimos teniendo que invertir tiempo hasta llegar a entender el mensaje que nos quiere comunicar.
Creo que la mayoría de la gente que está interesada en escuchar lo que Dios dice no es realmente consciente de lo que esto implica. Los que leemos las historias que la biblia recoge de cómo Dios habló a otras personas en el pasado no solemos ser conscientes de todo el proceso que hay detrás de los eventos que se narran. Por ejemplo, leemos que el Señor manda a Jeremías al taller del alfarero para allí hacerle oír Su voz y leemos que enseguida el profeta entiende que el pueblo de Israel es como barro en manos de Dios. Lo que no leemos es cuánto tardó Jeremías en entender la imagen que Dios le había hecho observar.
Todo el libro de Jeremías está lleno de ejemplos de cómo el Espíritu se comunica con el profeta a través de imágenes de la vida diaria. Parece que él había desarrollado el hábito de observar y escuchar (quizás esto se lo enseñaron en la escuela de profetas). Pero, ¿cómo llegó a la conclusión de que el alfarero al que estaba observando representaba a Dios? Pues lo más probable es que Jeremías le preguntara a Dios cosas como estas: ¿qué tiene de especial esta actividad? ¿por qué me has traído a observar a este hombre y no a otro? ¿qué quieres que “vea”?
Como a Jeremías, Dios nos invita a observar imágenes constantemente con el propósito de hablarnos. El Espíritu nos hace sutiles llamadas de atención sobre imágenes que nos rodean a lo largo del día y de la noche en su incesante interés por tener una conversación con cada uno de nosotros. Pero no tenemos la costumbre de invertir el tiempo en estas cosas.
Entonces, Dios, en su inagotable deseo de comunicarse con cada ser humano decide mandarnos imágenes inesperadas que capturen nuestra atención cuando estamos en reposo. Eso es precisamente lo que ocurrió con la mujer china que se acercó al Reto de los 100 Sueños en 2020. Podría perfectamente haber desestimado la imagen de la cabeza del tigre que le apareció en entresueños y, sin reparos, olvidarla sin más, pero ella eligió invertir tiempo. De hecho, ella no fue la única que invirtió tiempo; los que estábamos allí en el equipo de intérpretes también estábamos de forma intencional invirtiendo nuestro tiempo, conscientes de lo significativo que puede llegar a ser entender una de esas imágenes que el Espíritu nos regala.
A primera vista, la imagen parecía no tener sentido y la tentación era desestimarla, pero decidimos explorar qué propósito tenía la aparición de la cabeza de tigre a través de preguntas. En este caso las preguntas dieron su resultado en menos de diez minutos, pero en numerosas ocasiones las imágenes que el Espíritu nos invita a observar pueden tardar horas, días, semanas, meses o incluso años en revelar su significado.
¿Estamos dispuestos a invertir tiempo en escuchar a Dios?
Nos encantaría que nos contaras tu historia.
Puedes escribirnos tu testimonio, tu experiencia con el Espíritu o sueños.


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