Caminaba descalza por un lugar muy inusual, no lo podía relacionar con ningún sitio de los que existen en la tierra. No vi nada a mi alrededor, estaba solo yo y el suelo que pisaba. Me estaba dando la sensación de que tenía los pies sucios. Por eso, me miré la planta del pie y vi que estaba cubierta de purpurina plateada. Caí en cuenta de que, al caminar, iba dejando huellas de purpurina.

En la mañana siguiente, meditando en el significado del sueño, entendí que mis acciones tenían impacto, quedaban grabadas como lo hacían mis pisadas. También entendí que había tenido acceso a un lugar muy especial, era un lugar que parecía sagrado. Lo más curioso de todo es que busqué en mi corazón y vi que ya no había falta de perdón. Podía pensar en la persona que me había hecho daño y sentir paz total. Nunca antes había escuchado una historia parecida, y aunque mi mente no podía entender lo que había pasado, mi espíritu sí lo había recibido.

En esa época yo no sabía casi nada sobre sueños. Supongo que habría escuchado a John Paul Jackson interpretar algún sueño, pero no había hecho ningún curso hasta el momento. Este sueño me fascinó y me sigue fascinando. Hoy sé que el color plata representa redención (absolución, liberación, salvación) y puedo ver que Dios me regaló de forma sobrenatural el poder caminar en libertad y perdonar.

Una de las razones por las que los sueños me gustan tanto es que, a veces, traen sorpresas escondidas. La mayoría de los sueños que vienen de parte de Dios traen mensajes para ayudarnos a tomar decisiones o para avisarnos de lo que está pasando o va a pasar, incluso nos pueden dar instrucciones bastante drásticas como emigrar a otro país, como le pasó a José, el padre de Jesús.

Con mucha menor frecuencia, los sueños pueden traer algo más. Ese “algo más” realmente puede ser muchas cosas, por ejemplo un encuentro divino o una impartición como en el caso del rey Salomón (1 Reyes 3:5-15), donde Dios habla directamente con Salomón y le dice que le pida lo que quiera, a lo que el rey responde pidiendo sabiduría para gobernar con justicia. En el caso de mi sueño lo que ocurrió es que el Espíritu me regaló sanidad emocional.