Estaba con un amigo cristiano al que yo admiraba por su fe y por su vida rodeada por lo sobrenatural, estábamos en un sitio desde el cual se podían ver varias montañas, unas bajitas y otra mucho más altas, él insistía en que subieramos por una muy alta pero yo no quería porque me daba miedo, además yo llevaba en la mano una jaula muy grande con un pájaro que me impedía moverme libremente. Él cogió la jaula y empezó a caminar delante de mí, yo le seguía con miedo a caerme, me quejaba y pensaba que no tenía que haberle hecho caso, que tenía que haber subido por las montañas bajitas, por las que ya había subido en otras ocasiones y me resultaban familiares.

La montaña por la que escalábamos era majestuosa y el camino estaba rodeado de nieve blanca, inmaculada que nadie había pisado nunca aunque yo apenas podía mirar y mucho menos disfrutar del paisaje porque solo pensaba en no caerme. Cuando llegamos a la cumbre él me dijo: -“Fíjate en las vistas.” Ante mí había un mar asombroso, distinto a todos los que había visto antes, con olas enormes que brillaban como diamantes. Entonces comprendí que si hubiera subido por los caminos de siempre no hubiese descubierto ese paisaje tan impresionante y que había merecido la pena salir de mi zona de confort.

¿Qué me ha enseñado Dios por medio de este sueño?

Un día orando en la iglesia escuche una voz que me decía claramente: “Algo nuevo empieza” y a partir de ahí escuchaba esa frase en mi interior una y otra vez. Después Dios me empezó a mostrar nuevas formas de relacionarme con Él, de buscarle pero igual que en el sueño a veces sentía miedo ¿Y si me estaba desviando de la verdad? ¿Y si estaba traspasando algún límite que no era lícito? En el sueño Dios me decía que quiere mostrarme algo nuevo y que me sacaría de mi zona de confort y en su palabra me asegura que Él me enseña por el camino que debo andar y que sobre mí ha fijado sus ojos.