¿Por qué Dios no habla más claro?

¿Por qué son los sueños tan difíciles de entender?  ¿Por qué no habla Dios de una forma más clara?

No eres ni la primera, ni la última persona que se hace estas preguntas. 

La preferencia del Espíritu por el lenguaje simbólico puede incluso resultar ofensiva para algunos. Y con demasiada frecuencia se descartan los mensajes que vienen encriptados, especialmente los sueños, usando como argumento que Dios nos hablaría más claramente si realmente quisiera que le entendiéramos. 

Los que piensan así olvidan que no somos nosotros los que ponemos las reglas del juego y han creado una versión de Dios que encaja con su lógica y con el conjunto de ideas, enseñanzas y preceptos que su grupo ha desarrollado, pero que seguramente no se parece mucho al verdadero Dios. 

Leer la biblia debería llevarnos a conocer las maneras de Dios, sus gustos y preferencias, su estilo personal, su forma de actuar, para verdaderamente conocerle y desarrollar una relación personal con Él desde la experiencia y no desde el intelecto. Y la biblia está llena de simbolismo porque a Dios parece gustarle esa forma de hablar. Jesús mismo usó más de cuarenta parábolas durante su tiempo en la tierra.

Pero, ¿POR QUÉ USA DIOS MASHALIM* PARA HABLARNOS?

*proverbios, parábolas, adivinanzas, refranes, alegorías, comparaciones

Se dice que las parábolas son historias terrenales con significado celestial y probablemente esta es una de las razones principales por las que Dios usa este tipo de lenguaje. A través de las imágenes de lo que nos rodea en la vida diaria, el Espíritu nos lleva a pensar sobre conceptos más elevados y a reflexionar sobre principios espirituales.

Los sueños son, en cierta manera, parábolas nocturnas. Por eso, cuando en un sueño aparece un elemento cotidiano como nuestra cocina, nuestro coche o nuestra mascota tenemos que entender que están representando cosas más profundas. Y creo que esta es la clave; las parábolas te invitan a buscar lo que va más allá de la superficie para adentrarte en lo profundo. Cuando buscamos a Dios en lo más profundo de nuestro interior es cuando realmente tenemos los encuentros espirituales más transformadores. 

Curiosamente uno de los libros de la biblia que puede considerarse un poco aburrido de leer es para mí uno de los más simbólicos y que mejor ilustra el concepto de las parábolas. Me refiero a los últimos capítulos de Éxodo; a simple vista unos capítulos llenos de instrucciones para la construcción del santuario, pero que cuando uno lee mirando más allá de lo que es superficial, descubre estar repleto de significado espiritual.

La propia imagen del santuario, como buena parábola, cumple esta curiosa función de ocultar a la vez que revelar. Desde fuera, el santuario parecía una montaña, pero los que tenían acceso a su interior descubrían los espacios más allá de la superficie, lo oculto y profundo, donde se encontraba la presencia de Dios. A través de esta imagen de un objeto terrenal, el Espíritu nos invita a buscar la verdad espiritual que se esconde tras lo externo.

Nosotros, como el santuario, somos templos en movimiento donde mora la propia presencia de Dios. Al igual que el santuario, por fuera podemos parecer más o menos una montaña, pero lo que se oculta en el interior es el lugar más santo, el lugar donde nuestro espíritu se encuentra con el Espíritu de Dios. Y es que el reino de Dios está dentro de nosotros y ese es el lugar al que Dios continuamente quiere llevarnos y por eso nos habla con mashalim.

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