Los sueños de embarazos suelen tener un tono optimista, alegre y estar llenos de esperanza pero en mi caso no fue así, no por eso lo recuerdo como algo negativo. Al revés me hizo ver las cosas desde otra perspectiva y aprendí algo que me gustaría compartir con vosotros.

Soñé que daba a luz a una niña muerta y que muchas personas me decían que su muerte había sido culpa mía, me sentía profundamente triste y desconcertada. María me dijo que le diera la vuelta y así descubrí que a veces los sueños pueden decir lo contrario de lo que parecen a primera vista y que su interpretación no va a ser siempre sencilla.

Hay sueños inspirados por Dios para animarnos o guiarnos, hay sueños que proceden del alma y nos muestran temores o creencias de las que a veces no somos conscientes y por último también hay sueños en los que se infiltra el enemigo de nuestra alma. Yo creo que mi sueño era una mezcla de los dos últimos casos. Por una parte, tenía la tendencia a pensar que las cosas malas que me ocurrían podrían deberse a que yo habría hecho algo mal. Confundía la humildad con vivir en vergüenza. La culpabilidad está causada por algo concreto que hemos hecho mal y de lo que nos podemos arrepentir y seguir adelante pero la vergüenza es algo mucho más sutil, en el fondo de nuestro corazón sentimos que hay algo mal en nosotros y que aunque queramos nunca vamos a hacer las cosas del todo bien por eso tendemos a pensar que las acusaciones son ciertas.

Los seres espirituales que viven a nuestro alrededor conocen nuestras debilidades e intentan explotarlas al máximo pero cuando somos conscientes de ello pierden su poder. Su fuerza radica en que nos creamos sus mentiras.

Los sueños a los que hay que “dar la vuelta “nos permiten ver un ángulo muerto. Algo de lo que no somos conscientes, pero que está obstaculizando nuestro crecimiento personal y nuestra forma de relacionarnos con Dios. Es muy importante descubrir las mentiras que creemos porque nos esclavizan.

¿Cómo podemos descubrir las mentiras que creemos? Primero preguntándole a Dios y escuchando su respuesta. Él es muy paciente así que nos lo repite de muchas maneras para que la verdad pueda penetrar en nuestro corazón, nuestra parte es querer ser “enseñables” y estar dispuestos a aceptar que nuestra mente necesita ser transformada. Los sueños son una de las muchas formas en que Dios nos habla pero tenemos que prestarles atención y saber interpretarlos

¿Cómo podemos saber a qué sueños hay que darles la vuelta y a cuáles no? Primero tenemos que distinguir su origen, de donde provienen. De Dios, del enemigo o de nuestra alma. Jesús dijo: El ladrón sólo viene para robar, matar y destruir. Yo he venido para que todos tengan vida, y la tengan abundante (Jn 10:10) ¿El sueño nos da esperanza? ¿Nos da vida? ¿Nos acerca a Dios? O al contrario ¿Nos hace sentirnos mal con nosotros mismos? ¿Nos provoca tristeza?

El sueño de esta semana estaba lleno de acusaciones (pero nada concreto que pudiera corregir), engaño y desánimo. Justamente lo tuve la noche anterior a empezar el curso “El arte de escuchar a Dios” y de hacer la primera colaboración con María.
En la vida real pasó todo lo contrario de lo que ocurría en el sueño, estaba a punto de descubrir mentiras que estaban arraigadas en mi mente (como que yo tenía la culpa de las cosas malas que me ocurrían) y empezar una etapa de gran crecimiento espiritual y personal.